"Jerez tiene una particularidad que la hace distinguirse en los
toques más rítmicos, es decir, por seguiriyas, soleá, bulerías y tangos".
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Parrilla de Jerez |
Considerado uno de los maestros del toque jerezano
de todos los tiempos, Manuel Fernández Molina (Jerez, 1945) procede de una de
las más importantes dinastías gitanas de Jerez de la Frontera, los Parrilla.
Esa que junto a la de los Morao, conforma el binomio sobre el que se asienta
una de las escuelas guitarrísticas más singulares del panorama flamenco.
La característica que mejor definía el estilo de este orondo tocaor jerezano era
su extraordinario dominio del compás, asentado sobre un portentoso pulgar
diestro.Era uno de los pocos guitarristas flamencos que ejecutaban el toque,
tal y como se hacía antiguamente: de pie, con una de las piernas apoyadas sobre
la silla lo que, sumado a la pose habitual junto a La Paquera -cantaora a la que
venía acompañando durante más de treinta años- una estampa única en el mundo
del flamenco.
De espíritu inquieto, Parrilla de Jerez ha utilizado su profesión
para viajar por los cinco continentes. Confesaba ser un gran aficionado de todo
aquello que guardase relación con la cultura. Quizás por ese motivo durante sus
últimos años de vida igual se le podía encontrar componiendo una marcha de
semana santa que enviando un correo electrónico. Esto que aquí se reproduce es
la entrevista histórica que Fernando González-Caballos le hizo a la vuelta de
las actuaciones que realizó por Japón junto a la Paquera de Jerez en enero del
año 2002.
Manuel,
vayamos al principio. ¿Cómo empezó usted a tocar la guitarra?
Comencé a aprender a los doce años y, por
circunstancias de la vida, a los trece ya estaba tocando en público. "Recuerdo la primera vez que toqué, en la
Feria de Sevilla de 1959, cuando aún se podía escuchar flamenco en las casetas".Mi primer maestro fue mi propio padre pero,
como dice el refrán que en casa del herrero cuchara de palo, me mandó a dar
clases con Rafael el Águila, uno de los mejores maestros que ha habido en Jerez
y, por lo tanto, en España.
¿Qué hace
diferente a la escuela jerezana?
Es difícil decir qué distingue a una música de
otra, pero Jerez tiene una particularidad que la hace distinguirse en los
toques más rítmicos, es decir, por seguiriyas, soleá, bulerías y tangos. Aunque
todo buen guitarrista que se precie tiene que saber tocar por todos los palos,
los básicos o de compás, y los libres, porque todos son igual de importantes a
la hora de mostrar el conocimiento y habilidad del intérprete. Si hablamos de
técnica, en Jerez se utilizan mucho el pulgar y los ligaos. Y lo que mejor
caracteriza nuestro toque es el uso de los silencios. El guitarrista de Jerez
juega mucho con el silencio.
Acompañó
en aquellos primeros años a Tío Borrico, Terremoto, Sordera... ¿Cómo recuerda
ahora las voces de aquellos artistas?
Hombre, con nostalgia, porque hoy no queda nada
de eso. Aquellos metales de voz eran antes que otra cosa, personales. "Quizás
sobresalían por encima del resto los de Fernando Terremoto, que tenía una voz
muy flamenca y muy limpia; Tío Gregorio el Borrico, que la tenía también muy
bonita aunque más grave porque era más mayor; y El Sordera". En cuanto a la
forma de cantar, todos lo hacían ciñéndose al estilo de cante que se practicaba
en Jerez por aquella época.
Pero
habría alguna diferencia a la hora de tener que acompañar a uno o a otro...
Sí claro, había diferencias. Al Tío Borrico había
que tocarle de una manera y a Terremoto de otra, a pesar de que ambos cantaran
bajo el mismo estilo. La misión fundamental del guitarrista consiste en saber
darle a cada uno lo suyo. Aunque todos hicieran la seguiriya del Marrurro o de
Tío José de Paula, cada uno la interpretaba a su manera. Por eso, no se le
puede tocar a todo el mundo de la misma forma.
Además de
en tablao madrileño El Duende, trabajó en muchos otros de la época...
En El Duende estuve varias temporadas,
marchándome a la Costa del Sol en verano, donde trasladaban el tablao. En
Madrid, estuve además en Los Canasteros, de Manolo Caracol; la Venta del Gato,
de Rafael Pantoja... Aquellos tablaos no tenían absolutamente nada que ver con
los de hoy. Las figuras de aquellos cuadros eran artistas como Rafael el Negro,
Matilde Coral, Farruco... Después se empezaron a poner de moda los festivales
de verano y, poco a poco, se empezaron a perder los tablaos.
De su paso por
aquellos tablaos, ¿qué anécdota recuerda ahora con más cariño?
Es difícil quedarse con una sola pero, si tuviese que hacer
referencia a mi experiencia personal, me quedaría con la de la verruga en el
dedo pulgar. Resulta que, durante una época, tuve una verruga en el pulgar
diestro que me impedía trabajar cómodamente. La noche de fin de año me bajé con
la tapa de la guitarra llena de sangre y Gitanillo de Triana vino a decirme que
así no podía seguir tocando: "Vamos a buscar, entre todos, la mejor manera
para que sigas trabajando sin tocar la guitarra, porque tú tienes que saber hacer
algo más". Entonces le contesté que sí, que sabía darme una vueltecita por
bulerías. Yo tendría unos 19 años y recuerdo que me cantó Sernita de Jerez. Al
terminar la actuación estaba esperándome Gitanillo: "¿Con que una
vueltecita por bulerías? Y sabes bailar mejor que todos lo bailaores que hay en
Madrid". Así que me empujó diciéndome: "Baila otra vez que te quiero
ver yo". Y se cogió una borrachera que terminó en un avión camino de
Caracas, donde se encontró con Angelita Gómez -una maestra de Jerez- y le dijo:
"¿Sabes quién tiene la culpa de que haya aparecido aquí? Tu paisano
Parrillita, que dice que sabía darse una vueltecita por bulerías y fíjate que
borrachera más grande me he pillao a cuenta del niño". Desde entonces, no
hay día que toque en público y me libre de pegarme la dichosa pataíta. Aparte
de aquello, recuerdo con mucho cariño las noches que pude disfrutar oyendo a
Manolo Caracol a puerta cerrada, junto a Melchor de Marchena en la guitarra y
su yerno Arturo Pavón en el piano.
Por cierto, ¿no le
parece que la historia de la guitarra flamenca ha sido un tanto injusta con
Melchor de Marchena?
Hombre, Melchor para mí ha sido uno de los más grandes
guitarristas de la historia del flamenco, a pesar de que, como tú bien dices,
no haya tenido un reconocimiento a la altura de su obra. La prueba está en que
ha sido el único que ha tocado a Tomás Pavón, la Niña de los Peines, Manolo
Caracol y Antonio Mairena. Yo creo que con eso está dicho tó. Es cierto que
dentro de su generación hubo grandes nombres como Sabicas o Niño Ricardo, sin
embargo, despuntaron más como concertistas. Para acompañar al cante no creo que
haya habido otro tocaor más puro en toda la historia del flamenco.
¿Desde cuando acompaña a La Paquera?
Oficialmente, desde diciembre de 1969, porque
antes ya la había acompañado esporádicamente. De hecho, "hay fotos en prensa del
bautizo de Rosarillo, la hija de Lola Flores, en el año 1963, en las que está
cantando La Paquera y le estoy tocando yo". Sin embargo, cuando empiezo a
acompañarla habitualmente es a partir de 1969. Eso no quiere decir que sólo le
haya tocado a ella durante todos esos años. Nunca he sido tocaor en exclusiva
de nadie, como los gemelos con María Dolores Pradera. También he acompañado a
otros muchos artistas. Durante más de ocho años estuve acompañando a Curro
Malena. También he acompañado mucho a Manuel Agujetas, tanto en directo como en
estudios de grabación. Con la llegada de los festivales de verano he tenido que
tocarle prácticamente a todos, desde Antonio Mairena a Chocolate, Calixto
Sánchez, Naranjito de Triana, Luis de Córdoba, La Macanita...
Esa manera
de acompañar a La Paquera, con el pie apoyado en la silla, ya no la practica
nadie...
No, no, eso ya no lo hace nadie. Antes sí era más
corriente verlo, a pesar de que los cantaores siempre hayan preferido cantar
sentados. En muchos casos, se ponían de pie para cantar por bulerías y de esa
forma conseguían que la guitarra estuviese a la altura del oído. Aunque, lo de
La Paquera es único. Incluso me atrevería a decirte que es una estampa porque
el día que dejemos de actuar juntos, ya no habrá quien lo haga.
¿Cómo
concibe Parrilla de Jerez un recital de guitarra flamenca?
La guitarra flamenca es un instrumento musical
que lo admite todo. Pondré un ejemplo. La última vez que el maestro Sabicas
tocó en la Bienal de Flamenco de Sevilla hizo dieciocho solos de guitarra. Eso
es lo que yo entiendo que ha de ser un concierto de guitarra. Hoy, en cambio,
se anuncia fulanito en concierto y ese fulanito lleva otra guitarra, una caja,
bajo, sección de vientos, un cantaor y un bailaor. ¿Qué pasa entonces? Pues
que, al final, nada más que hace dos o tres temas realmente solo. Por un lado,
está bien porque se vende mejor pero, por otro, traiciona la esencia del
verdadero toque solista. Para mí, un concierto de guitarra es precisamente eso,
un concierto de guitarra. Lo que ocurre es que salir a dar un concierto sólo de
guitarra es muy difícil.
¿Cómo ve
el momento por el que atraviesa el flamenco hoy?
Desde el punto de vista comercial, el flamenco
está atravesando el mejor momento de su historia porque hoy se graba más, se
vende más... Desde el punto de vista artístico, quizás esté un poco bajo. Eso
no quiere decir que vaya a desaparecer, ni mucho menos. Siempre ha habido y
seguirá habiendo gente que cultive la pureza, lo que pasa es que a todo el
mundo le gusta el dinero y tener un Mercedes y una casa en la playa. Por eso
los artistas de hoy hacen cosas modernas y prostituyen el arte, para poder
ganar el dinero que no les va a dar la pureza. La pureza siempre ha sido de
minorías.
¿Y qué es
la pureza para usted?
Uy, eso es muy difícil. La misma palabra lo dice.
¿Qué es lo puro de todas las cosas? No salirse de la raíz, aunque sean cosas
nuevas. ¡Y eso es muy difícil!
¿Qué me
dice de la guitarra y el baile?
El baile ha evolucionado mucho técnicamente. Hay
una limpieza en los pies y una técnica que antes no había. Aunque también es
cierto que de cintura para arriba deja mucho que desear. El toque ha evolucionado
muchísimo, lo que pasa es que los guitarristas de hoy no son aficionados al
cante. Tocarle al cante, sabiendo dar al cantaor su sitio sin buscar el
lucimiento personal, no significa quedarse en segundo plano. Todo lo contrario,
el que se queda en segundo plano es el que avasalla y no deja cantar.
¿Cómo se
siente al subir a un escenario?
Muy bien porque salgo para darle a la gente lo
mejor que tengo, mi guitarra. Cuando uno va a un sitio y da todo lo que tiene
de corazón, debe sentirse bien. Lo malo viene cuando te lo guardas. En el arte,
igual que en el amor, cada momento es único e irrepetible. Por eso, todo lo que
no se exterioriza termina pudriéndose y provocando frustración. Eso no quita
que uno deba tenerle respeto a las tablas y al público. Sería una tontería por
mi parte, querer ocultar a estas alturas la tensión que provoca el silencio de
un teatro lleno. Porque, aunque no lo parezca, el silencio también se escucha e
incluso puede llegar a hacerte temblar de respeto y reponsabilidad, nunca de
miedo. Si uno está seguro de lo que sabe y es capaz de trasmitirlo al público
no tiene porque estar atemorizado. La personalidad y la seguridad en uno mismo
son muy importantes para un artista.
¿Cómo
valora la experiencia vivida junto a La Paquera en Japón?
Muy positiva porque Japón es un país en el que
existe una tremenda afición por el flamenco desde hace muchos años. Cuando uno
se siente querido y valorado por lo que hace da igual el lugar y el momento.
Esa es la auténtica magia de la música, la comunicación sin importar el idioma
o el color de la piel. Si hablo como turista, no he tenido tiempo material para
conocer todo lo que hubiese querido. De todas maneras, me he dado algún que
otro paseo y he podido ver lo que a mí me gusta, la vida cotidiana y las
costumbres de un país en el que se corre para todo. Es increíble ver el ritmo
de vida al que se mueven...
Parrilla
es un tocaor de personalidad. Le encanta viajar, componer y hasta navegar por
Internet. ¿De dónde saca esa vitalidad?
Eso digo yo (risas). Desde muy joven he sido
aficionado a todo lo que esté relacionado con el conocimiento. Me encanta leer,
oír música, componer, viajar y disfrutar de la vida como a cualquier persona.
Sé que hay mucha gente que piensa que los artistas flamencos somos unos seres
prehistóricos, anclados en la tradición y las viejas costumbres. Ese es un
sambenito que nos han colocado y que ahora resulta complicado quitarse. De
todas maneras, está bien que me hagas esta pregunta para que los que lo lean
cambien de parecer. Internet es una cosa alucinante, el mundo entero metido en
una cajita. A veces, me paso horas navegando y siempre hay páginas nuevas
llenas de información, lo que pasa es que no tengo mucho tiempo para
engancharme. Suelo conformarme con mandarle emilios a mis amigos y a todo el
que me escribe. Mi e-mail es parrilladejerez@hotmail.com. Tampoco es que sea un hacker,
simplemente me defiendo. Escaneo, guardo en Mis documentos, vuelvo a sacarlo,
envío, en fin… tú sabes, sobrino.
Fernando González-Caballos Martínez
Licenciado en Gª e Historia y Antropología Social por la Universidad de
Sevilla. Web Master de Flamencoradio.com guionista y director del documental "La
Paquera en Tokio" y de la serie "Gerundino. Un Viaje a través del Flamenco".